Queridos asociados: En nuestra vida habíamos pensado, yo al menos, en vernos envueltos en una situación como la que estamos viviendo, especialmente desde el sábado 14 de marzo, abrumados por el famoso coronavirus COVID 19, y por la reclusión domiciliaria que nos impone el intentar frenar la propagación del mismo.
Nuestro primer pensamiento ha de estar dirigido al importante número de personas que están afectadas por el virus, algunas de las cuales, inexcusablemente, han muerto o están muriendo diariamente.
Nuestra primordial misión, aquí y ahora, es poner todos nuestros medios para que ni nos contagiemos ni, por nuestra parte, podamos contagiar a alguien.
Nuestro segundo recuerdo ha de ser para todas aquellas personas que ponen su esfuerzo, su
trabajo, su cariño y su dedicación, con muy importante riesgo, para que puedan seguir funcionando los servicios esenciales: la sanidad, con tantos involucrados en centros hospitalarios y de salud; los transportistas que llevan de un lugar a otro las mercaderías y alimentos que nos permiten no quedar desabastecidos; los empleados de transportes públicos y privados, que conducen autobuses, urbanos e interurbanos, taxis, trenes, líneas aéreas; las fuerzas de seguridad, a todos los niveles, que vienen arrostrando graves problemas por el servicio público; servicios de limpieza; las cajeras de supermercados y
establecimientos de atención al público, que permanecen abiertos diariamente; quioscos de periódicos, estancos, panaderías; el personal de las fuerzas armadas, siempre en orden de servicio y entrega, sin exigir nada a cambio y que están siendo capaces de levantar hospitales en 48 horas; las personas que asisten a tantas personas impedidas, que les ayudan y acompañan en su vida diaria; las personas que trabajan en los medios de comunicación, prensa, radio y televisión, que también afrontan importantes riesgos…
Nuestro pensamiento también para aquellas personas infectadas que, dentro de su casa, no
pueden relacionarse con su familia para evitar cualquier posible contagio y viven aisladas en un cuarto, normalmente pequeño, pendientes de la evolución de su enfermedad.
Hemos de pensar también en todos aquellos que están dando la mano a tantos enfermos en
hospitales y ucis, a donde no pueden acceder sus familiares por obvias razones de seguridad en su salud.
También para tantos niños que, en la flor de la vida, van a estar, al menos un mes, sin traspasar la puerta de su casa. Y, si nos damos cuenta, todas estas actividades vienen propulsadas por ese afán de relación, de conciliación y de solidaridad, que están en la entraña de todos los seres humanos. Ninguna importancia tiene ahora aquellos problemas que tanto incidían en la vida pública española hace apenas un mes y medio.
Casi nadie se acuerda ahora de las declaraciones de independencia, de los presupuestos, de los acuerdos políticos, del “do ut des”. No, ahora estamos todos en nuestra esencia: seres humanos, hermanos, con decidida vocación de ayuda y de colaboración con nuestro prójimo y, asimismo, con el remoto.
Estamos en lo que constituye la esencia de cualquier asociación, como el SIPA. Nuestra tarea es trabajar para ayudar a Aragón y, por ende, a España. Como aragoneses somos doblemente españoles y deseamos lo mejor para todos, porque cuando algo va mal para algunos va mal para todos. No es justo, ni lo será nunca, un mundo en el que algunos estén contentos y felices y otros sufran dolor y pobreza. En la medida de nuestras escasas fuerzas, tenemos que luchar a favor de esa idea.
Estos días de confinamiento son días de introspección, de reencuentro con uno mismo y con los más próximos. Si os dais cuenta hemos pasado a un mundo sin ruido. La calle está silenciosa. Nos oímos a nosotros mismos, lo que es fundamental en tiempos de tanto bullicio, voces, noticias… Hemos de procurar hablar con nosotros mismos para sacar de nuestro interior cuánto de mucho y bueno tenemos acumulado.
Pero también tenemos que aprovechar estos días para crearnos alguna rutina que nos permita utilizar el tiempo en nuestro beneficio. Todos tendremos en nuestra casa libros sin leer, cosas que ordenar, fotos que organizar, conocimientos que asumir. No es ningún inconveniente la edad porque el saber sí ocupa lugar; el lugar del esfuerzo, del trabajo y de la satisfacción personal.
En punto a libros tendremos en casa una edición de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la
Mancha”, que ya habréis leído, pero que, por ejemplo, se puede releer la parte del mismo que tiene una relación directa con Aragón. Se encuentra en la segunda parte del Quijote, publicada en el año 1615, que se desarrolla en el palacio de unos duques (capítulos XXX a LVII, incluso el XXIX, sobre el “barco encantado”) que es el palacio del Duque de Villahermosa, en Pedrola, que fue conocido en su momento por Miguel de Cervantes en cuanto que, camarero al servicio del Nuncio de San Pio V ante Felipe II, y luego Cardenal Giulio Acquaviva (1570), acompañando al mismo, se hospedó en este palacio (1569/1570), cuando regresaba el eclesiástico a Roma desde España.
Otro libro que todos tendréis en cada es la Biblia que tiene tantas partes que leer; si bien, como algo menos conocido que los evangelios y las epístolas, me permitiría recomendaros “Los Hechos de los Apóstoles”.
Para mantener nuestras neuronas en contacto, como desearía don Santiago Ramón y Cajal, sería bueno repasar y aprender otra vez, por ejemplo, la lista de los reyes godos en la Península (33) desde Ataulfo (410/415) hasta Don Rodrigo (710/711).
Es muy bueno también repasar nuestros conocimientos de francés, inglés o, en su caso, alemán, que siempre ayudan en las posibles lecturas, en los viajes, y en los encuentros con turistas de otros países.
Será aconsejable hacer algún ejercicio físico, cada cual de acuerdo con se estado de forma, y de acuerdo con rutinas que hay en las redes sociales.
También sería momento para los hombres de introducirnos suavemente en el mundo de la cocina casera y poder preparar algún plato sencillo. Yo, por ejemplo, que no he sido nunca un “cocinicas”, hago una pasta que mis siete nietos dicen que está estupenda. A lo mejor es amor de nietos.
Como vemos hay muchas cosas por hacer. Nunca he entendido a aquellas personas que dicen: “No tengo nada que hacer”. Yo siempre he pensado: “Tengo tantas cosas que hacer y tan poco tiempo para hacerlas…”
En todo caso, creo que nadie va a seguir siendo el mismo después de lo que está ocurriendo.
Como mensaje importante y tan reiterado: NO SALIR DE CASA. Nuestros hijos y nuestros nietos están muy preocupados con que no cumplamos ese mandato. Cumplamos, así, también el mandato del Dr.Fernando Simón, zaragozano.
Finalmente, pero no lo último, pedir a la Virgen del Pilar, que tantos y tantos devotos tiene dentro del SIPA que interceda para que, rápidamente, acabe este periodo de oscuridad, tristeza y dolor para todos los ciudadanos del mundo y que pronto podamos todos volver a recuperar nuestra vida normal.
¡Ánimo y adelante!